11.5.25

🧵 Diario de una Tejedora en Apuros - Día 6

Día 6: El jersey que empezó siendo bufanda. O cómo aceptar que el hilo manda.

Tenía una visión clara.

Un jersey sencillo, color neutro, ideal para este clima que no es ni frío ni calor pero sí perfecto para presumir ropa hecha a mano.
Empecé motivada. El ovillo era suave, el punto salía perfecto y mi máquina de tejer circular y yo estábamos en una relación funcional, casi romántica.

Pero cometí un error: no calculé cuánto hilo tenía.

A mitad del cuerpo del jersey… ¡zas!
El ovillo murió. Así, sin avisar, como si hubiera apagado la luz y se fuera por tabaco.
Busqué más del mismo color. Nada. Ni en tiendas, ni en línea, ni en el rincón mágico donde a veces aparecen clips y botones perdidos.

Y ahí estaba yo: media espalda tejida, sin hilo, sin solución y con una única salida digna: convertir todo en una bufanda.

😩 Lo que uno aprende cuando el hilo se va

  1. Nunca empieces un proyecto grande sin saber si tienes suficiente hilo.

  2. Los ovillos a veces mienten. "Rinde 120 metros"… sí, claro.

  3. Las bufandas son el reciclaje elegante del tejido frustrado.


🧶 Resultado final: ¿fracaso? No exactamente

Mi jersey-bufanda resultó… bastante bonito.
Es más, si alguien me pregunta, voy a decir que siempre fue una bufanda. ¿Quién necesita mangas cuando puede tener elegancia enrollada?

La textura quedó perfecta, y aprendí a ver el lado práctico del caos creativo.
El tejido no siempre sale como lo planeas, pero casi siempre terminas con algo útil o que puedes regalar a una tía que te quiera igual.


😄 Reflexión del Día

En el tejido, como en la vida, los planes cambian.
A veces los materiales te dicen: “no va a ser lo que querías, pero igual va a quedar lindo”.
Y uno, con paciencia y buen humor, les hace caso.

Nota para mí misma: comprar más ovillos… y dejar de prometer jerseys.

10.5.25

🧵 Diario de una Tejedora en Apuros - Día 5

Día 5: Tela barata (de mala calidad) + exceso de confianza = desastre anunciado (pero aprendí algo)


Hoy aprendí una lección que todo principiante debe vivir para entenderla:


No todas las telas baratas son gangas. Algunas son trampas con estampado bonito.

Fui al mercadillo con toda la ilusión del mundo. Encontré una tela preciosa, con florecitas y un precio tan bajo que pensé: “Esto es una señal del universo”. Lo que no sabía es que el universo también manda señales en forma de tejidos sintéticos que se comportan como bolsas de papas fritas mojadas.

Llegué a casa, la extendí... y ahí empezó la comedia.

  • La tela se resbalaba más que mi gato en el suelo recién fregado.

  • Intenté plancharla y el olor fue a “plástico caliente con decepción”.

  • La costura se fruncía como si estuviera opinando.

Quería hacer un neceser. Terminé con algo que parece una almohada triste. Lo guardaré como recordatorio... o para asustar a futuras telas.

💸 Por qué las telas baratas pueden salir caras

  1. Mala calidad = difícil de coser. No importa lo bonita que sea.

  2. No reaccionan bien al calor. Adiós planchado.

  3. Se deforman con facilidad. Y no en el buen sentido creativo.

  4. Te hacen perder tiempo, paciencia y autoestima costurera.

🧵 ¿Entonces nunca compres tela barata?

¡No! Pero hazlo con precaución:

  • Llévate solo un metro para probar.

  • Toca la tela, no por ser barato va a ser de mala calidad, estírala un poco, si se siente como envoltorio de bocadillo... huye.

  • Úsala para prácticas, no para tu proyecto estrella.

  • Y si compras mucha: ten un plan B. O C. O un mantel.



😅 Reflexión del Día

Hoy no salí con un neceser bonito. Salí con una historia, una quemadura emocional textil y una nueva regla en mi vida:
no confíes en la tela que se arruga solo con mirarla.

Nos leemos mañana, si no me ato las manos para no volver al mercadillo.

9.5.25

🧵 Diario de una Tejedora en Apuros - Día 4

Día 4: Cuando la aguja de coser se convierte en tu mejor amiga... y en tu peor enemiga

Hoy tuve un reencuentro.
Yo y la aguja de coser, esa que había dejado olvidada en un rincón desde que la máquina de tejer circular llegó a mi vida como la nueva estrella del taller. Pero claro, no todo se teje: algunos detalles hay que coser a mano, con cariño... y mucho cuidado.

O eso creí.

Me senté decidida, aguja en mano, hilo perfectamente enhebrado (después de tres intentos y un grito ahogado). El objetivo: cerrar la parte final de un gorro con una costura invisible. Fácil, ¿verdad?

FALSO.

La aguja tenía otros planes: me atacó sin piedad.

Pinchazo uno: tolerable.
Pinchazo dos: molesto.
Pinchazo tres: ya hablaba sola.

🩹 Cosas que me pasaron cosiendo hoy

  • Me pinché cinco veces (de las cuales dos fueron en el mismo dedo).

  • El hilo se hizo nudo… dentro del gorro. ¿Cómo es eso posible?

  • Descubrí que coser en una postura rara puede llevar a calambres existenciales.

✂️ Consejo que me repito como mantra:

Nunca subestimes una aguja.
Pequeña, sí. Inofensiva, no.


🧵 Lo bueno de la costura a mano


A pesar del drama, también hubo momentos zen. Cuando logré que la costura quedara recta y cerrara el gorro perfectamente, sentí un orgullo que solo las tejedoras y las abuelas pueden entender.
Coser a mano no es solo una habilidad: es un arte de precisión, paciencia y respiración profunda.

😌 Reflexión del Día

La costura a mano te humilla... y luego te recompensa.
Es como una maestra estricta: exige tu atención, tu pulso, y tu mejor luz natural. Pero al final, si te esfuerzas, te devuelve una pieza bien hecha y un ego bien inflado.

Mañana probablemente vuelva a mi máquina circular. Pero hoy, la aguja me enseñó humildad. Y un poco de dolor en el dedo.

8.5.25

🧵 Diario de una Tejedora en Apuros - Día 3

 Día 3: Mi gato cree que la lana es suya. Estamos en guerra.

Hasta ahora todo iba bien: yo tejía gorros, el mundo giraba, y mi máquina de tejer circular me miraba con esa expresión de “venga, uno más”. Pero hoy apareció el enemigo natural del orden y del ovillo perfecto: mi gato.

Hasta este momento, él había sido un espectador pasivo. Se limitaba a observar desde el sofá, juzgando en silencio mis decisiones de color. Pero esta mañana… esta mañana se desató la locura.

Clásico : Yo intentaba montar un gorro en tonos tierra, muy bonito, muy Pinterest. De pronto, escucho el clásico ruido: “rrrriiiiiipppp”. Giro la cabeza. El ovillo está rodando por el suelo, y detrás va mi gato, emocionado, feliz, como si le hubiera comprado el juguete del año.

Y claro, no solo lo desenrolló. No. Lo convirtió en una instalación artística moderna, con lana enredada en las patas de la mesa, la silla, sus bigotes, y (no me preguntes cómo) en el respaldo de mi silla.


😾 Cosas que los gatos no entienden sobre el tejido

  • Que los ovillos no son pelotas.

  • Que la lana no se come.

  • Que si se mete en la bolsa de materiales, puede morir aplastado por 6 conos de hilo y una aguja circular.


🧵 Intenté poner límites… fracasé

Le dije “no”. Me ignoró.
Lo saqué del cuarto. Volvió.
Le puse una caja. Se sentó en la máquina.

Resultado: hoy no tejí nada. Pero mi gato tiene un nuevo lugar favorito para dormir: la bandeja de hilo color beige.

A este punto estoy considerando hacerle su propio gorro, a ver si se calma.

🧶 Consejo para tejedoras con mascotas:

  1. Cierra tu espacio de trabajo. Si no tienes puerta, improvisa con una barrera (tipo apocalipsis zombi).

  2. Guarda los ovillos en bolsas herméticas. A prueba de garras y lenguas.

  3. No uses lana con textura divertida. Es una provocación visual felina.

  4. Distráelo con otro juguete. O un ovillo viejo, que ya hayas llorado por él.

🤷‍♀️ Reflexión del Día

Hoy no fue productivo, pero fue... educativo.
Aprendí que compartir casa con un gato y una máquina de tejer circular es como vivir con dos personalidades intensas: una que quiere producir sin parar, y otra que quiere destruir por diversión.

Y aquí estoy yo, en el medio, preguntándome si es demasiado pronto para empezar un proyecto nuevo... o para mudarme.