7.5.25

🧵 Diario de una Tejedora en Apuros - Día 2

Día 2: Quería hacer un gorro, terminé haciendo siete. ¿Es esto normal?


Ya pasaron 24 horas desde que traje a casa a mi nueva mejor amiga: la máquina de tejer circular. He dormido poco. He comido mal. Pero tengo una pila de gorros que podría abastecer a medio pueblo en caso de tormenta polar.

Todo comenzó con un propósito inocente: “Voy a hacer un gorro para mí”. Corto, sencillo, en color burdeos. Algo discreto, funcional… pero ya sabemos cómo terminan esas historias.

Después del primero pensé: “Uy, qué rápido fue esto. Seguro otro en gris me viene bien”. Luego uno en mostaza, porque está de moda. Luego uno en azul, para el frío emocional. Luego uno multicolor “por si acaso”. Y así, sin darme cuenta, había creado un ejército de gorros.

Y el problema no es hacerlos. El problema es que quiero seguir haciendo más. La máquina va tan fluida, tan hipnótica, que da gusto usarla. Es como meditar, pero con resultados textiles.

Sí, estoy empezando a sonar como una persona que necesita intervención.

😅 Cosas que aprendí entre gorro y gorro

  • No todos los ovillos son iguales. Algunos son suaves como nubes. Otros parecen hechos de estropajo reciclado.

  • Cierra bien los extremos del gorro. Si no, acabas con algo que parece una bolsa de verduras.

  • Si dejas los gorros tirados por la casa, la gente asume que estás montando un puesto en la feria.

🧶 Tips para quienes están empezando (y aún tienen control)

  1. Empieza con hilo no muy grueso. Te facilita la vida y el gorro se termina en media hora.

  2. Vigila las vueltas. Sí, sé que da pereza, pero así evitas terminar con un gorro para gigante o uno que le quede al gato.

  3. Guarda tus gorros. O alguien te va a decir “¿me haces uno?”… y se llevan el que era para ti.

🤔 Reflexión del Día

La máquina de tejer circular tiene algo adictivo. Es como ver una serie: siempre quieres “un episodio más”, o en este caso, un gorro más. Me prometí parar después del cuarto. Pero el séptimo ya está en la bolsa de “regalos para cuando no sé qué regalar”.

La buena noticia: tengo gorros para todo el invierno.
La mala: no hay señales de que quiera parar.


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